A finales de octubre, Valencia se vio afectada por una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), una tormenta que se convierte en un fenómeno recurrente y devastador en la región mediterránea, especialmente en otoño. Las DANA, a menudo conocidas coloquialmente como “gota fría,” ocurren cuando masas de aire frío en altura se aíslan de la corriente principal de chorro y se sitúan sobre regiones cálidas, propiciando condiciones extremas de humedad y desencadenando intensas precipitaciones. Estos fenómenos no son nuevos; su historia en la península ibérica incluye episodios que van desde el siglo XIX hasta los más recientes en 2019, cuando las inundaciones y las lluvias torrenciales causaron muertes y pérdidas económicas. Sin embargo, hay algo en estas tormentas que se ha ido intensificando, y el cambio climático está en el centro del debate: aunque la DANA es un fenómeno atmosférico natural, el cambio climático y sus efectos sobre el jet stream polar pueden potenciar sus efectos y cambiar su frecuencia e intensidad.
¿Qué es una DANA?
La Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) es un fenómeno meteorológico caracterizado por la formación de una bolsa de aire frío en capas altas de la atmósfera que queda aislada de la corriente en chorro o jet stream polar, la banda de vientos rápidos que circula entre los 9 y 16 kilómetros de altura y que marca los límites entre masas de aire caliente y frío. En condiciones normales, el jet stream mantiene estas masas de aire en movimiento constante, regulando las temperaturas en las latitudes medias y sirviendo como barrera entre el aire polar y el tropical. Sin embargo, cuando una masa de aire frío se desliga de este flujo y se desplaza hacia el sur, puede situarse sobre áreas con aire mucho más cálido, especialmente en zonas costeras como el Mediterráneo. Esto genera inestabilidad atmosférica y, cuando la humedad es abundante, lluvias torrenciales.
El resultado de esta combinación de aire frío y cálido es una descarga pluvial que puede llegar a causar grandes inundaciones y daños. En el caso de Valencia, en octubre de 2024, la DANA desencadenó lluvias que superaron los 450 L/m2 e incluso superando los 600 L/m2 en algunas zonas, desbordando ríos y causando interrupciones en la vida cotidiana y en la infraestructura de la región. Los registros históricos muestran que las DANA han sido un fenómeno recurrente en la península ibérica, especialmente en el sureste español y las regiones costeras del Mediterráneo. Uno de los episodios más devastadores ocurrió en 1957 en Valencia, cuando una gota fría causó una crecida del río Turia, resultando en cientos de muertes y destrucción significativa. Este evento marcó la historia de la ciudad e impulsó proyectos de infraestructura, como el desvío del cauce del río Turia, con el objetivo de evitar futuras catástrofes.
Otro momento notable ocurrió en 1987 en el Levante español, donde las lluvias torrenciales dejaron una marca profunda, así como en 2003 y en 2019, cuando la región fue nuevamente golpeada por lluvias extremas e inundaciones que afectaron ciudades como Murcia y Alicante. Estos eventos son testimonio de cómo la DANA ha sido una amenaza constante para las áreas mediterráneas de España.
El jet stream polar: su rol en las DANA y su nexo con el cambio climático
Para comprender por qué se producen las DANA, es esencial entender el papel del jet stream polar. Este flujo de aire rápido, que circula de oeste a este alrededor del planeta, se comporta como una especie de “correa de transmisión” para los sistemas climáticos (Ver figura 1). Cuando el jet stream es fuerte y directo, mantiene un flujo estable de masas de aire, distribuyendo de manera equitativa el aire frío y caliente en las latitudes medias. Sin embargo, cuando su curso se debilita o se ondula, pueden producirse condiciones extremas de frío o calor, así como el desprendimiento de bolsas de aire frío que, en condiciones propicias, resultan en fenómenos como la DANA.
El cambio climático está alterando el comportamiento del jet stream polar de varias maneras. Al aumentar las temperaturas globales, especialmente en el Ártico, la diferencia de temperatura entre el Ártico y las zonas más al sur disminuye, lo cual puede debilitar el flujo del jet stream polar (Ver figura 2). Este debilitamiento hace que el jet stream sea más sinuoso, lo que permite que las masas de aire frío o cálido queden atrapadas en determinadas zonas durante periodos prolongados. Así, se crean las condiciones ideales para que una DANA se forme con mayor facilidad y potencia. Esta modificación del jet stream polar no solo puede hacer que las DANA sean más intensas, sino que también contribuye a inviernos más fríos en Europa, ya que las ondulaciones pueden llevar aire polar a latitudes más bajas (Ver figura 3). En algunas ocaciones la DANA también puede verse influenciada por el jet stream subtropical.
Aunque la DANA es un fenómeno atmosférico que ocurre independientemente del cambio climático, el aumento de la temperatura global y la alteración en los patrones de circulación atmosférica están intensificando su impacto. Uno de los factores que contribuye a esta intensificación es el aumento de la temperatura de los océanos, que proporciona una fuente de humedad adicional. En el caso del Mediterráneo, un mar que en las últimas décadas ha visto cómo sus temperaturas aumentaban, esto se traduce en una mayor cantidad de vapor de agua en la atmósfera que alimenta a la DANA, potenciando las lluvias torrenciales que desencadena.
Además, el cambio climático incrementa la frecuencia de eventos climáticos extremos y, aunque no se puede afirmar que el cambio climático esté causando más DANA, sí se puede decir que está creando las condiciones para que estos fenómenos sean más destructivos. Esta tendencia es especialmente preocupante en las zonas mediterráneas de España, donde las infraestructuras y la planificación urbana no siempre están adaptadas a este tipo de eventos.
Los inviernos más duros en Europa: el cambio climático y el jet stream polar
Un efecto interesante del cambio climático y la modificación del jet stream polar es que, aunque las temperaturas globales están aumentando, los inviernos en Europa pueden llegar a ser más duros. Esto ocurre porque el debilitamiento del jet stream permite que el aire polar descienda a latitudes más bajas con mayor frecuencia, produciendo olas de frío en regiones donde tradicionalmente los inviernos son moderados. Este fenómeno se observó en 2021 con la llamada “Bestia del Este,” una masa de aire frío que bajó las temperaturas a mínimos históricos en buena parte de Europa, afectando tanto a España como a otros países de la Unión Europea (Ver Figura4).
La DANA es un fenómeno atmosférico natural que se produce en la península ibérica debido a su particular situación geográfica y a las condiciones meteorológicas del Mediterráneo. Sin embargo, en el contexto actual de cambio climático, estos eventos se están viendo intensificados por factores adicionales como el aumento de la temperatura del mar Mediterráneo y la modificación del jet stream, que puede hacer que estos episodios sean más extremos y destructivos.
A medida que el cambio climático altera los patrones climáticos globales, es probable que la península ibérica enfrente eventos de DANA cada vez más devastadores, lo que plantea un desafío para las infraestructuras y las políticas de gestión de emergencias. Si bien la DANA como tal no es causada por el cambio climático, sus efectos son amplificados por este, y la comprensión de este fenómeno y sus vínculos con el cambio climático es crucial para prepararse mejor ante futuros eventos extremos. Al igual que Vaclav Smil ha señalado en sus análisis sobre la complejidad de los sistemas naturales y humanos, la DANA nos recuerda que los fenómenos naturales no son aislados, sino interconectados y susceptibles a la influencia humana. Adaptarnos a esta nueva realidad será esencial para minimizar los impactos de estos eventos en las próximas décadas.
Referencias para saber más
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